viernes, 27 de abril de 2007

“Para ser global, España necesita pensar el mundo a través de Eurasia”

Luis Martínez Montes, miembro de la carrera diplomática que actualmente ejerce de Consejero de la Misión Permanente de España en la OSCE, organización presidida este año 2007 por España, reflexionó sobre el papel de Eurasia, en una entrevista concedida a la Fundación CIDOB. Martínez Montes, que combina su labor como diplomático con la elaboración de ensayos en los que reflexiona sobre temas candentes de la realidad internacional, es autor de España, Eurasia y el nuevo teatro del mundo, un Documento CIDOB de reciente publicación desde el que propone elaborar un plan en el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación para dar respuesta a una nueva realidad emergente: Eurasia.
Tu estudio España, Eurasia y el nuevo teatro del mundo gira en torno a la emergencia de Eurasia. ¿Es la emergencia de nuevos centros de atención mundial una de las claves internacionales hoy en día?
Existe una fascinación, teñida de cierta ansiedad, ante el ascenso de países como China y la India; o ante la reafirmación “energética” de Rusia y las ambiciones nucleares de Irán. Octavio Paz, un poeta visionario, decía que el signo de nuestro tiempo no es la “revolución”, sino la “revuelta”: un cambio que es regreso a los orígenes.

La Globalización en retirada

Por Walden Bello
A comienzos de la década de 1990, se presumía que la globalización sería la ola del futuro. Hace quince años, los documentos de los pensadores globalistas como Kenichi Ohmae y Robert Reich celebraron el advenimiento del surgimiento del llamado mundo sin fronteras. El proceso por el cual las economías nacionales relativamente autónomas se transformarían en una economía global única funcionalmente integrada era pregonado como irreversible.
Cuando se lo incorporó por primera vez como término al vocabulario inglés a comienzos de la década de 1990, se presumía que la globalización sería la ola del futuro. Hace quince años, los documentos de los pensadores globalistas como Kenichi Ohmae y Robert Reich celebraron el advenimiento del surgimiento del llamado mundo sin fronteras. El proceso por el cual las economías nacionales relativamente autónomas se transformarían en una economía global única funcionalmente integrada era pregonado como irreversible.